Soledad y Presencia
La
Soledad, esa gran enemiga a la que siempre estamos intentando dar la espalda
porque nos confronta con nosotros mismos, nos hace sentir un vacío del que
queremos escapar llenándolo de alguna manera. Pero no hablo de esos momentos en
los que la gente saca tiempo para relajarse, leer un libro, darse un baño, o
desconectarse de las redes sociales y del móvil por unos días. Eso es un tipo
de soledad aguada, un descanso del ruido externo y de la compañía, pero
sabiendo que todo va a seguir ahí mañana. Hablo sobre la soledad de la que
escapamos incansablemente, cuando llevas cinco días sin relacionarte con el
mundo, sin hablar con nadie y casi sin pronunciar ninguna palabra poco más que
“buenos días”, en los que ya no sabes que hacer, aburrido de leer, de ver películas
y no tienes a donde ir o en que aprovechar el tiempo. Esos momentos en que solo
hay silencio, la mente ya no tiene donde distraerse y aparece la Soledad. No es
como cuando podías elegir, decidir si salir con alguien o quedarte en casa
haciendo lo que nunca tenías tiempo. Ahora no hay ninguna elección, la soledad
emerge, y con ella diferentes emociones. Puede que la angustia y la tristeza
hagan eco en tu corazón, o también puede que aparezca el miedo y la ansiedad.
¿Por
qué nos da tanto miedo encontrarnos en esa situación? Buscamos y buscamos
formas de distraernos, nos engañamos a nosotros mismos con un falso romance que
solo cubre el hecho de no querer estar solos, si rompemos con alguien, vamos
corriendo a la seguridad de otra persona. Y el tiempo pasa, llega la noche y
pasó otro día que pudimos escapar.. ¿No
nos soportamos a nosotros mismos? O puede ser que sea algo social… desde
pequeños nos bombardean con lo guay que es estar en pareja, con la idea del
sexo y no pasar más de una semana sin
tener relaciones con alguien (da igual que no nos conozcamos, solo es para
acatar las “normas” sociales disimulas bajo el disfraz de “persona de éxito”, y
no caer en el saco de “fracasado” además de no quedarnos mucho a solas con
nosotros mismos no vaya a ser que veamos algo que no nos guste...). Tememos
quedarnos solos, tememos no estar dentro del canon impuesto socialmente,
tememos no encajar y quedarnos sin experimentar las cosas “maravillosas” de las
que habla otra gente. Esa presión es la que hace surgir la violencia en las
personas, un
odio intrínseco por los que sí encajan o los que no permiten que “yo” encaje, una rabia comprimida que crece por no ponerle atención a lo que
está debajo, un niño desolado que solo busca amor, comprensión y unidad.
En Japón resulta que es normal preguntarle a alguien cuanto tiempo lleva sin pareja (no sé si por curiosidad o solo es una pregunta como que edad tienes…), en todo caso, quitando las intenciones de quien pregunta, que se nos pasa por la cabeza? “Ui, no le voy a decir que llevo varios años sin pareja, que pensará de mi? Mejor digo que 6 meses..”, pero porque tenemos estas creencias? Como si fuera malo estar solo o dedicar tu tiempo a otras cosas que no sean salir y conocer gente cuando ni nos conocemos a nosotros mismos.
En Japón resulta que es normal preguntarle a alguien cuanto tiempo lleva sin pareja (no sé si por curiosidad o solo es una pregunta como que edad tienes…), en todo caso, quitando las intenciones de quien pregunta, que se nos pasa por la cabeza? “Ui, no le voy a decir que llevo varios años sin pareja, que pensará de mi? Mejor digo que 6 meses..”, pero porque tenemos estas creencias? Como si fuera malo estar solo o dedicar tu tiempo a otras cosas que no sean salir y conocer gente cuando ni nos conocemos a nosotros mismos.
Esas
creencias funcionan de condicionamiento para actuar de una forma diferente a lo
que tu interior desea, una forma de alinearnos y tenernos bajo control. Pero tu
interior solo quiere reconciliarse contigo mismo, y es la soledad la gran amiga
que te ayudará a esto. La soledad es el abrazo de la Presencia, cuando no hay
nada, todo es silencio, puede resurgir de dentro de ti la Presencia de lo que
eres. En la soledad surge la unidad con el Todo. Ya no hay distracciones para
sentir el instante presente, no hay un “otro” en quien pensar, estamos solos
con nosotros mismos, respirando, descubriéndonos a través de experimentarnos en
el Ahora. Todo eso que intentábamos ocultar, poner en la sombra para no verlo,
sale a resurgir con la Luz de la Soledad, es un abrazo amoroso y presente que
lo abarca todo con una aceptación ilimitada.
Si
nos hacemos conscientes de nuestros miedos y nuestros anhelos condicionados,
aceptando todo con total compasión por nosotros mismos, toda ansiedad por
cambiar lo que es ahora desaparece; toda rabia hacia los demás por ser como
querríamos ser, también desaparece, sintiendo cobijo en lo que ya somos. Es un espacio
donde ya no hay nada por buscar o nada por cambiar, no desde la resignación,
sino desde la aceptación de lo que Es ahora. Esa aceptación es respaldada por
la confianza en la Vida o el Universo, una confianza que va más allá del
pensamiento, es un sentir en que todo está bien a pesar de nuestra visión
limitada y dualista de “bien y mal”, es una confianza que abraza las dudas,
respira, dando espacio a todo lo que surge. Sin saber qué va a pasar, o si algo
va a cambiar, o si eso que anhelas aparecerá en algún momento, es un estar
presente más allá de lo que pueda venir.
Esta
confianza parte desde el agradecimiento, el sentirse en paz con todo lo que es
ahora y lo que no es pero me gustaría que fuese. Es la entrega a la Vida y al
instante presente. No es que tengamos que desarrollar la paciencia, porque ese
esperar nos coloca en un futuro diferente a lo que es ahora, apareciendo un
deseo de cambio dentro de un espacio-tiempo lineal. Y esto es el engaño de la
mente, proyectándose fuera del instante presente.
No se trata de paciencia, se
trata de aceptación del Ahora
Confiar
no es quedarse sentado esperando a que la Vida solucione nuestros problemas.
Tenemos que direccionarnos, focalizar la energía en un punto pero después soltarlo,
sin apegos al resultado, sin esperar una respuesta, solo dar un espacio para
que venga lo que necesitemos. Y si no viene nada, bienvenida esa nada! La vida
nos habla si prestamos atención, y quizás nos dice que ese no es el camino o el
momento, o que necesitamos más tiempo a solas con nosotros mismos. Esa es la
confianza, el entregarse plenamente a la Vida sin juzgar ni esperar nada, solo
aceptando lo que Es en el momento presente.
Si
cambiamos nuestra percepción de las cosas, todo cambia a nuestro alrededor. Si
cambiamos la visión negativa que tenemos de la Soledad, nuestra forma de
relacionarnos con nosotros mismos va a cambiar. Ya no habrá ansiedad o miedo,
porque no se puede estar solo cuando estamos llenos de nosotros mismos, y no
podemos sentir soledad en la Unidad con el Todo. Es la contradicción de la
Vida, las dos polaridades de un Todo que se equilibran entre sí. La dualidad es
separación, pero también es la forma que tiene la mente de comprender las
cosas. Si cortamos con esa dualidad sintiendo la unidad de lo que somos, podemos
movernos en armonía con las fuerzas del Universo.