La No lucha, separación y violencia


Cuando Hatsumi Sensei nos dice que no hay lucha en sus movimientos, no solo habla de cuando está dentro del Dojo, nos está hablando de la Vida, de cómo movernos con ella en sintonía. Últimamente la gente no tiene muy claro lo que significa “Violencia”. En una idea general podríamos decir que es cuando se golpea o hiere, pero esto es una visión muy limitada de su significado. Violencia es cuando se fuerza algo, haya o no resistencia. Cuando hay una flor que se está abriendo y no le permitimos tomar su tiempo y la “ayudamos” a abrirse, de forma suave, sin dañarla, solo separar un poco las hojas que ya estaban a punto de abrirse por si solas. Esto es forzar la naturaleza, obligarla a que siga nuestro ritmo, jugar poniéndonos por encima, como si todo fuera nuestro y tuviéramos el derecho de hacer lo que queramos, sin darnos cuenta de la violencia que estamos ejerciendo hacia la vida, hacia nosotros mismos como parte del Todo. He puesto un ejemplo sencillo pero se puede llevar a cualquier ámbito.


Cuando queremos que las cosas sean diferentes de cómo son Ahora, nos estamos resistiendo a la Vida, al ritmo natural de las cosas, y esto es también violencia, violencia que ejercemos hacia nosotros mismos creando frustración, ira, angustia y ansiedad. Nos separamos del momento presente, yendo al pasado o al futuro, imaginando un momento diferente al que no es porque no podemos aceptar lo que está siendo, lo que está surgiendo en este momento. Cuando algo no es como yo quiero e intento forzar las cosas (por el medio que sea, hay multitud de estrategias para no causar daño..) es cuando estoy ejerciendo violencia.

Esta separación también la llevamos a los que serían “los demás y yo como individuo”, y esta es la mayor violencia, intentar separarme de lo que soy, de lo que somos todos. Desde aquí es donde se crea el odio y las guerras, la lucha por ser superior, tener más poder, más riqueza, me comparo y odio a los que considero mejores, se crea el miedo, “ellos y nosotros”, una lucha por sobrevivir, o más bien una matanza dentro de la idea de la separación. Tanto con la humanidad, como con los animales o la naturaleza, “el hombre” siempre ha perpetuado esa idea de individualismo, de “poder” como forma de satisfacción personal, sin empatía o compasión por la Vida en si, como ente unido. Pero toda intención de fondo para tener más poder, sentirse superior a los demás, es un reflejo interno de baja autoestima, de sentirse inferior, y al no aceptar esto, se crea esa lucha interna “soy fuerte, voy a luchar, voy a ser más que los demás cueste lo que cueste para demostrárselo al mundo y (en último caso) a mi mismo…”, este acto de violencia hacia nosotros mismos, rechazando nuestra vulnerabilidad, nuestra sutileza, nuestro dolor, es lo que nos crea odio, ponemos una barrera en el corazón por miedo a sentir algo, nos protegemos detrás de máscaras y nos contraemos para no sentir, bloqueando la vida.


Toda esa idea de nueva espiritualidad de “Tú puedes con lo que te propongas” “Saca tu fuerza interior para conseguir tus sueños”, etc. No hace más que incitar a la violencia interna, rechazando la idea de “debilidad”, no permitiéndonos descansar o sentirnos abrumados. No ponemos límites y no nos aceptamos en plenitud, ocultando las partes de nosotros que creemos que nos hacen ver débiles y vulnerables ante los ojos de los demás; y nuestro orgullo no puede permitir esto… tenemos que ser fuertes, solo los fuertes consiguen lo que “quieren”. Sin darnos cuenta que “lo que queremos” a veces no proviene de un deseo interno, sino de nuestro Ego, por lo que estamos yendo en contra de la Vida, de lo que Es, de lo que Somos, forzándonos a actuar desde la violencia para conseguir eso. También la idea de “si eres negativo atraes más negatividad” o “tienes que cambiar lo que sientes para dejar la energía negativa”, sugiere la no aceptación de lo que es ahora, la dualidad entre “bueno y malo”, un juicio que nos hace volver a la separación y con ella, el intentar cambiar el momento presente por calificarlo como “no adecuado”. A veces estas frases vienen de alguien que quiere ayudarnos, pero otras veces solo es alguien a quien le remueve interiormente tu presencia, y al no querer conectarse con su interior, rechazando sus sentimientos, quiere que tú hagas lo mismo, para vivir en un mundo en el que solo valen los sentimientos positivos, un mundo donde se oculte todo lo que se considera “negativo”, creando una sombra que solo busca ser reconocida, y con ella más lucha para forzar la sensación de seguridad interna, de protección y “fortaleza”.

Si hablamos dentro del ámbito de las artes marciales, cuando la intención de aprender es para buscar lucha, sentimiento de superioridad, ser alguien o buscar reconocimiento externo, nos estamos identificando con el Ego, y caeremos en un pozo de frustración. Es por eso que Hatsumi Sensei nos repite incansablemente que no hay lucha, sino que el Budo es para la paz, pero no solo buscar una paz externa, sino esa paz interna por medio del reconciliarte contigo mismo, aceptándote plenamente


Si esto lo llevamos más concreto a la práctica, podemos observar cómo cuando no nos sale una técnica nos sentimos frustrados, nos juzgamos y nos latigamos a nosotros mismos por no ser lo suficientemente buenos, sin embargo, si nos sale perfecta y el oponente sale volando, nos sentimos genial, superiores, nuestro ego crece. Y buscamos hacerlo “bien” para sentir esto, más perseverancia, más entreno, más lucha y más ego! También cuando intentamos desequilibrar a un uke que se resiste o que no conseguimos hacerlo, seguimos intentando, forzando para que se caiga… Ésta es la lucha de la que habla Sensei, lucha con nosotros mismos por no aceptarnos y aceptar la situación presente, intentando cambiar lo que está surgiendo en vez de seguir ese flujo de vida y moverte con él, en el ritmo natural de las cosas (ShinYō). Tenemos que ser como el Viento, controlándonos a nosotros mismos en el sentido de sólo prestar atención a nuestro movimiento, sin intentar cambiar el exterior para que se adapte a lo que “queremos”, sino fluir con lo que surge, cambiarnos (redirigir nuestro movimiento) si es necesario, pero nunca forzar nada.

Tenemos que aprender a sentir, pararnos y respirar nuestro interior, permitir que se exprese cualquier emoción, dolor, sensación, etc. Darle espacio, desde la plena aceptación de lo que es Ahora, sin intentar cambiar nada, o forzar para que sea diferente, solo acoger todo lo que surge en nuestro interior, desde el abrazo amoroso de la presencia, y solo así la lucha cesará.




Greg Dl